ALERTA: EDUCACIÓN EN CRISIS




Ha llegado el tiempo menos esperado por los estudiantes (además de entrar a clases en Enero) La temporada de semana santa (¡vacaciones! le llaman los estudiantes) está precedida por la temporada de exámenes. La semana de pasión es precedida por la semana del terror. Por eso es el momento menos esperado. Sobre ello hablarán estos dardos. Espero herir a alguien.

Los sistemas de evaluación de muchas instituciones (no se puede generalizar) por lo general buscan “calificar” o mejor dicho, cuantificar el “conocimiento” del “estudiante” (1) en una cifra, cuando no, en una insignificante letra que, como islote en la parte superior de una hoja “demuestra” que el “estudiante” “aprendió”.
Así surgen las siguientes preguntas (ya hechas en su momento)

¿Este tipo de evaluaciones realmente dan cuenta de un proceso real de aprendizaje?
¿Cuál es la finalidad de la nota?
¿Cómo y por qué cuantificar el conocimiento? ¡Es posible encerrarlo en una cifra?
¿Por qué aún se concibe al estudiante como un producto?

La evaluación, como parece estar concebida, es una “prueba” en la que el “estudiante” responde lo que supuestamente ha aprendido, pero en realidad sólo da cuenta de un proceso de asimilación de información, de recepción, de acumulación de datos que a la postre, más temprano que tarde simplemente olvidará, porque no lo necesita, no lo encuentra importante. No tiene utilidad. ¿De qué sirve “saber” quién dijo qué sobre el método científico, o sobre el teorema de Pitágoras, o sobre el Quijote  de la mancha? o  ¿cuáles son las partes de una célula? o ¿de qué color es la estola del sacerdote para el momento? Pfff!!! Si ni siquiera “sabemos” aplicar el método científico en la vida diaria o el uso cotidiano del teorema de Pitágoras o quizá lograr establecer un símil entre la locura del Quijote y la de nuestro tiempo, o tal vez saber qué sucede con la célula si el aparato del Golgi simplemente no está?
Obligamos a los estudiantes a someterse a evaluaciones en las que tan sólo se busca un resultado. ¡Son tan innecesarias, coercitivas y terroríficas para los estudiantes! Sólo hay que fijarse en sus gestos de preocupación, de aburrimiento, incluso algunos de dolor… Su día tal vez pasa por sus ojos  y se vislumbran las posibles consecuencias funestas de una cifra reprobatoria (2)  Quizá den cuenta de un proceso, pero de ¿aprendizaje?
Estas pruebas parecen más una prueba de fusilamiento al que los muchachos, decorosos o no, temen… la evaluación como producto del mercantilismo (resultadista por antonomasia) y del terror.
Es una pérdida de tiempo, que en la escuela es valiosísimo para explotar, no sólo en la “enseñanza”, entendida ésta como acumulación enciclopédica de una cantidad de conceptos (la mayoría de veces innecesarios), en vez de interactuar con el estudiante en el desarrollo de sus habilidades mentales, de sus destrezas, de sus inteligencias (como rezaría el señor Howard Gardner) e incluso en el bello ejercicio de la LIBERTAD. La evaluación es un espacio perdido en el tiempo  (a su vez perdido) en el cual el estudiante no disfruta la escuela (como debería ser) sino que la sufre, le teme. Si por el fuera no presentaría estas amenazantes pruebas… ¿o me equivoco?


Imagen tomada de:  http://www.evaluacion.edusanluis.com.ar/2011/04/que-son-las-evaluaciones-educativas-y.html

Las planeaciones (cerradas de facto) tampoco permiten que haya una verdadera re-evaluación, pues el docente o profesor debe(mos)  cumplir una serie de pautas y programaciones, desconociendo o negándole al estudiante la posibilidad de desarmar el conocimiento, de digerirlo, de comprender (3) los temas o las problemáticas, y a su vez, negando también la necesidad del docente de explicarlos a profundidad. No como píldoras para el enfermo, no como la respuesta a un estímulo mecánico.
Al docente también se le evalúa de dicha manera… como si su misión o “meta” (4) fuera rellenar el saco vacío en tiempo récord… como si el objetivo de su tarea fuera pegar las zuelas en los zapatos ya hechos (o desechos), como si tan sólo se tratara de rellenar un formato y cumplir una serie de parámetros preestablecidos, muchas veces no pedagógicos; como si se tratara de oprimir click a la máquina de ensamble… como si en el devenir de la educación no se activaran procesos sociales e incluso afectivos  en dicha interacción, llamada educación.
Esta escuela (5) es una escuela frívola, gris, aburrida, amarga, resultadista, unidireccional, sumisa, mercantil y, por ende, nada educativa. Amaestramos a nuestros estudiantes para responder a un mundo que también es frívolo, gris, aburrido, amargo, resultadista, unidireccional, sumiso, mercantil, y por ende, poco educativo. Los estamos llevando a responder y no a sentir, los amaestramos para responder el qué y no para buscar el por qué. Los conducimos a deambular por el mundo y no a cuestionarlo. Los “educamos” para seguir y no para liderar, para re-crear (6) y no para crear. Los condenamos a bailar y beber y fumar, y no a disfrutar. Los encaminamos a ha-ser y no a SER humanos. Los entrenamos para embutir y completar y no para comprender (7) y actuar en la realidad. 

Imagen original del Psicopedagogo Italiano Francisco  Tonucci

Los mantenemos durante ocho horas en un claustro, no para que aprendan realmente, sino para que se vayan adecuando al horario laboral y el rigor de la explotación no sea tan notorio. Los tenemos allí, so pretexto de protección, como zombies, números, máquinas y no para que sean seres LIBRES.
No les enseñamos a comandar ejércitos, sino a ser soldados… no les enseñamos a ser líderes, sino borregos. No les permitimos ser auténticos, sino que deben ser fieles copias, moldes, marionetas del sistema… tal vez como ha sucedido con muchos de nosotros. Les enseñamos a obedecer, no a cuestionar… y todos tenemos la culpa.

Los profesores (no maestros, como agraciada e incluso irónicamente, nos llaman algunos estudiantes) nos hemos encargado de reproducir, perpetuar y legitimar éste tipo de educación del relleno, de completar, de cumplir, de seguir las normas, mas no de pensar, de interrogar o, como decía Pedro Policía, de conspirar, incluso, contra uno mismo.

Ahora, el papel del docente es absolutamente ridículo. El docente juega un papel panópticamente coercitivo, en tanto que vigila, controla, manda a los estudiantes. Es un papel inútil, no creativo, ni siquiera vivencial. Cumple (imos) un papel de regentes, de “punishers” cual dios emberracado.
Es tiempo perdido, tirado a la basura… incluso es una función gregaria. Por eso, cumpliendo tal función, en este teatro que han llamado “educación”, escribo estas letras, mirándome al espejo de mi propio yo. Usted, lector, tendrá a bien preguntarse: ¿y entonces qué haremos? La respuesta la sabemos, pero mientras sucede, seguiré pensando cómo hacerlo.

Fraterno saludo.

Salud y LIBERTAD!!!


NOTAS
(1) Nótese que la ironía es absolutamente intencional.
(2) El sólo término re-probar me causa re-pulsión.
(3) término que se usa con tal descaro en los diseños de cursos y de “logros” pero que en realidad no dan cuenta del desarrollo de procesos mentales reales.  
(4) Atendiendo al tecnicismo de la jerga administrativa y empresarial
(5) Me refiero al sistema educativo
(6) Entendida esta actividad como copiar
(7) Véase y léase la nota tres.

Comentarios

Entradas populares de este blog

JUEGO DE ADVERBIOS

Hay días donde todo es oscuro

Poesía Colombiana